Últimos relatos del reto: #WriTober: #WriToberPrisionero #WriToberTesoro #WriToberLlave #WriToberTiempo #WriToberMediaNoche
El reto #WriTober ha llegado a su fin. Aquí les comparto las últimas historias.
#WriToberPrisionero
Microrrelato
Lily
G. Rafferty.
Como
la vida no es un cuento de hadas, mi príncipe azul de a poco fue
transformándose en negro.
Lo primero que me prohibió fue que continuara
trabajando fuera de casa, daba clases de arte a niños carenciados en el centro
comunitario, él no estaba de acuerdo, y dejé de ir.
Luego
de eso siguieron mis amigas, solo podía salir si era con él, que me exhibía
cuál trofeo en las reuniones sociales. Una mañana todo cambió. Como si un
monstruo se hubiera liberado, su obsesión y celos fueron en aumento. Según él
uno de los invitados había estado coqueteando conmigo, estaba furioso, cuando
llegamos a casa me abofeteó, y a la rastra tirando de mi cabello me fue
llevando escaleras arriba, cuando perdí el equilibrio y caí mi cara dio de
lleno contra uno de los escalones, no le importó que cursara el sexto mes de
embarazo, por más que yo le pedía por favor que me soltara porque me hacía daño
y que pensara en el bebe, continuaba avanzando. Completamente alienado me dijo:
—Ojalá
se te muera... Si hasta dudo que sea mío, vaya a saber que haces cuando salgo a
la oficina. Por eso te vas a quedar aquí. —Me empujó dentro del dormitorio y
cerró la puerta de un portazo. Lo siguiente que escuché fue la cerradura.
A
partir de eso, solo entraba para traerme la comida dos veces por día. Los meses
pasaron y llegó el momento de dar a luz, tuve a mi bebe, allí sola encerrada en
mi dormitorio, El llanto del niño lo alertó, sin ni siquiera hablarme ingreso,
directo para arrebatármelo de los brazos.
—Dame
ese bastardo voy a ocuparme de él.
—Deja
a mi bebe, no le hagas daño. Si quieres nos iremos lejos, por favor. —Lo tomé
del brazo, pero se zafó y me empujó, caí al suelo, miré a mi lado, estaban las
tijeras con las cuales había cortado el cordón, sin pensar las tomé corrí, las
enterré en su cuello. Mientras él caía de rodillas le quité a mi bebé de las
manos y hui.
Lily G. Rafferty
Voy navegando a la deriva, ha muerto toda la
tripulación, algunos enfermaron y otros presos de la locura fueron matándose
entre ellos, decían que voces y espectros los atormentaban, el último fue, mi
primer oficial, se colgó de uno de los mástiles. Ahora debo hacer frente a la
tormenta solo, creo que es el fin de mi carrera de pirata, de nada ha servido
luchar contra los siete mares, vencer a bestias marinas y atravesar las oscuras
cuevas del infierno para lograr obtener este tesoro. Ciertamente está maldito,
mi contramaestre así lo decía:
—No deberíamos tomar el cofre del despeñadero del
diablo señor, solo traerá desgracias, está maldito.
Pero no lo escuché. Esté sería mi último gran
botín, con el cual podría retirarme. En las costas de Signara una bella
doncella me aguarda.
Sé que el fin está cerca. Las olas arremeten con
fuerza contra el casco de este viejo barco.
—Querido amigo, has soportado tanto, desde balas
de cañón hasta feroces marejadas, aguanta un poco más. —Intento dominar el
timón, pero las olas continúan llevándome directo hacia las rocas, Sin
tripulación que domine las velas es casi imposible sortearlas.
Voces que parecen salir del interior de las olas
me hablan, algo lejanas, pero aun así llegan a mis oídos.
—¿El tesoro o la vida? Tú eliges. —Me
encuentro rodeado de espectros, de a poco van acercándose con cadenas. Me
rodean, desenvaino mi espada y lucho contra ellos, pero al atravesarlos solo se
transforman en humo. Suelto el timón, y corro hacia donde está el cofre. Lo
tomo para arrojarlo por la borda, lo veo hundirse dentro de las frías y oscuras
aguas del mar del norte.
La tormenta cesa, y al voltear los fantasmas se
desvanecen.
—Aún seguimos en pie, mi querido amigo, pasamos
otra tormenta juntos, solo quedamos tú y yo, sin tesoros ni riquezas,
así es la vida del pirata. —Miro a estribor, y lo lejos las costas de una
tierra lejana me recuerdan que aún tengo un tesoro que me espera, tal vez ha
llegado el momento de amarrar mi nave después de todo.
#WriToberLlave microrrelato
Lily G. Rafferty
Desde que se mudó, intentó por todos los medios de abrir aquel desván,
pero la llave no aparecía por ningún lado. Probo todas las que había en la
casa, pero ninguna abría aquella puerta. Estaba sumamente intrigado por saber
que era tan valioso para guardarlo allí bajo llave, optó por llamar a un
cerrajero, al hombre le tomo menos de media hora liberar la entrada.
El desván era oscuro y desprendía un olor rancio, acomodó la lámpara
para que iluminara mejor.
Allí había tres ataúdes y una mesa de disección, frascos, instrumental y
aparatos para realizar embalsamamientos, era evidente que había funcionado una
funeraria hace tiempo.
Con una mezcla de asombro y espanto, decidió
salir de ahí. Cuando estaba por cerrar la puerta creyó ver una sombra
proyectada en la pared trasera, como si algo o alguien se hubiera cruzado,
alumbró hacia allí, pero no logró ver nada. Bajó cinco escalones y de pronto,
la puerta se abrió a sus espaldas, estaba nervioso.
—No voy a sugestionarme. —Se dijo. Empezó a sentirse observado, como si
algo desde el fondo, entre la mesa demás objetos lo estuviera mirando, volvió a
cerrarla y la trabó con algunas cajas que estaban allí arriba, ya
que esta abría hacia fuera. Bajó corriendo.
Al llegar al descanso sintió un
estruendo, detrás de él y escaleras abajo rodaban los objetos que
contenía las cajas, un susurro que no llegó a descifrar que decía, hizo que los
vellos de sus brazos se erizaran, de pronto la luz se fue, y quedó en penumbras,
envuelto en una especie de luminiscencia rojiza, nuevamente aquel sonido que
parecía provenir del interior de las paredes volvió a escucharse. Estaba
paralizado. Intentó correr, pero algo lo tomó con fuerza del cuello de su
camisa y lo fue arrastrando, intentó zafarse, pero aquello parecía tener
demasiada fuerza, de pronto se vio dentro del desván, volando por el aire, y aterrizando
sobre la mesa de autopsias, no podía moverse, y sintió caer en un sueño
profundo, lo último que escucho fue el sonido de la puerta cerrarse con llave.
#WriToberTiempo microrrelato
Lily G. Rafferty
Tiempo, maldito tiempo que me falta. Hay tantas cosas que nunca más podremos
volver a compartir: Ver la serie que
transmiten los sábados a la tarde, donde aprovechamos para beber chocolate y
atoramos de galletitas, charlas... Cuando tenga su primera cita, o el corazón
le duela por algún chico y necesite un consejo. Jamás llegará ese baile al
cumplir quince, ni la veré graduase. «¡Maldita sea quiero llevarla de mi brazo hasta el altar! No veré nada de
eso, ¿por qué eres tan tirano?» Las agujas del reloj corren y no hay nada que pueda hacer para
frenarlas.
—Amor, quiero hacerle a Ana, un video. —Mónica me mira mientras intenta
contener las lágrimas y me besa.
—Y ¿si le escribes unas cartas?
—Un video creo que es mejor, así podrá escucharme —digo. El recuerdo del
sonido de la voz de alguien es una de las primeras cosas que se olvidan. No
quiero que me olvide...
—Dame fuerzas, Señor —pido mirando al cielo.
Al finalizar la grabación, estoy agotado, pero no quiero dormir, siento que
si lo hago puede que no despierte, quiero ver a mi hija una vez más.
Llega del colegio, la escucho subir las escaleras alborotando todo a su
paso. Se tira encima de la cama, tiene la carita manchada de marcador al igual
que sus manos, trae una hoja de papel la cual intenta esconder detrás de sí.
—Papá, mira hoy en la clase de arte te hice un dibujo. —Me lo enseña, somos
los dos estamos en el parque remontando cometas, hay un sol enorme que sonríe
en el centro y delante de mí, un arcoíris.
—Es muy bonito.
—Eso podemos hacer cuanto te sientas mejor, mamá dice que estás cansado,
pero ya llega la primavera y con los días lindos podemos ir al parque con mamá
y volar uno los tres. —Me mira con sus hermosos ojos color almendra y sonríe.
—Anita, vamos a tomar la leche, deja a papá que tiene que descansar.
Miro el dibujo por última vez...
—Es hora de partir, ¿Estás listo?
—Aún no, y lo sabes desearía tener más...
#WriToberMedianoche
microrrelato
Lily
G. Rafferty
Las
criaturas de la noche, esperamos con ansias la llegada de Halloween. Mientras
los simples mortales festejan piden sus golosinas y, juegan a ser monstruos por
un día, nosotros nos sentimos libres de andar sin tener que escondernos,
podemos caminar entre ellos mimetizándonos con la multitud.
La
media noche casi llega, miro al exterior y saboreo mi cena que está allá fuera
esperando, imagino a cuál tomaré desprevenido en esta noche de sustos y
disfraces, donde, bajo el amparo de la luz de la luna disfrutaré el poder beber
su sangre sin tener que ocultarme.
Niños
y más niños, Jóvenes y adultos vestidos para la ocasión, llaman a mi puerta, todos
ellos se ven tan deliciosos...
—¡Dulce
o truco! —el pequeño exclama.
Corro
las cortinas lo suficiente para poder ver cuan apetecible se lo ve, muy flaco y
desgarbado no sirve ni para aperitivo, pero allí afuera hay algo que, si me
interesa, abro la puerta, y le enseño al pequeño pirata mis dientes, no hay
terror en sus ojos, solo veo asombro en su cara.
—Guau
¡qué buen disfraz, señora!
—Vete,
si no quieres que te cene.
—¡Qué
amarga que es!
Me
voy y lo dejo con la palabra en la boca, el niño se queda murmurando a mis
espaldas, volteo y le digo—: ni se te ocurra ensuciar mi casa, porque si no iré
esta noche a la tuya y me encargaré de ti. —Mis ojos rojos y fulminantes hacen
el efecto deseado y aquel pequeño sale corriendo. Busco mi presa, pero no lo
encuentro, parece que se ha escabullido, los niños deambulan de casa en casa.
Las
campanas de la iglesia, anuncian que la hora ha llegado, media noche al fin,
ahora las calles son nuestras... De pronto lo veo, allí está, dentro de muy
poco disfrutaré de mi festín, pero no soy la única interesada, otro vampiro lo
disputa, nos miramos y sonreímos.
—El
que lo atrapa, se lo queda —Me susurra mi contrincante.
—Es
mío —le contesto mientras me abalanzo sobre el delicioso botín. La cacería ha
comenzado.
GRACIAS POR ACOMPAÑARME EN ESTE RETO!
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