Gracias, Gringa! cuento recuerdo a Mary Rafferty


¡Gracias, Gringa!
Mary Rafferty, fue una mujer maravillosa, en el barrio la llamaban, "La gringa" ella se reía, y aclaraba en un perfecto español, pero acompañado de su acento natal ¡no soy gringa! ¡Soy Irlandesa! Y sonreía.
Sus ojos, celestes claros como el cielo transmitían una mezcla de paz y alegría.
Yo adoraba pasar las tardes en su casa, siempre que podía me escapaba a la hora de la siesta, y me acomodaba en el sillón del living a escuchar sus mágicas historias, repletas de seres maravillosos de su Galway natal, los cuales lograba ver escondidos detrás de los libros, y sobrevolando la biblioteca, elfos y hadas, eran nuestros compañeros de aventuras, no podían faltar, las princesas y los dragones, al principio lo confieso eran intimidantes, grandes criaturas que lanzaban fuego por la boca y resoplaban bocanadas de humo color gris, pero con el tiempo deje de temerles y me acostumbre a su presencia alli en la sala.

Gracias a ella comencé a enamorarme de la literatura fantástica y su mundo, el cual me atrapó, y del cual no deseo salir.
Aún puedo cerrar los ojos y transportarme a esas tardes, y escucharla relatar un cuento, aunque el paso de los años va haciendo que sea cada vez más difícil recordar su voz, algo de ella continúa viva, me aferro al recuerdo y me obligo a no olvidarla.
"En un reino lejano..." gracias, Mary por la leche con galletitas o el budín recién horneado con el que me esperabas para compartir tu genial biblioteca.
Tantos años después de tu partida, me sorprende, y roba una sonrisa, cada vez que en el pueblo la gente me saluda, y dice ¡Hola, gringa!


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